martes, enero 23, 2007

El desafío de la educación (II): La crisis de autoridad en el colegio por no haber confiado en el profesorado


El desafío de la educación (II): La crisis de autoridad en el colegio por no haber confiado en el profesorado

La LOGSE, tres grandes errores en cuanto a disciplina y posibles remedios

Antes de la LOGSE ya algunos profesores habían rebajado la exigencia en el respeto que los alumnos deben tenerles. Lógicamente unos profesores la habían rebajado más que otros. Algunos se hacían llamar por el nombre en lugar de señor o señorita y el apellido, y se dejaban de tratar de tu, o hacían caso a los alumnos cuando les decían, a veces de lejos y gritando, “oye profe” o “oye seño”. O les pasaban por alto ciertas faltas de respeto. Y como dicen los ingleses “si no cuidas los peniques, tendrás que cuidar las libras”. Es decir que si no cuidas los detalles tendrás que cuidar las cosas gordas.

Antes de la Reforma que trajo la LOGSE cuando había una falta de disciplina de pequeña entidad había sistemas distintos para resolverla como por ejemplo echar de clase al alumno por unos minutos, copiar una lección, una nota a los padres por parte del profesor, etc. Y en general no había más problema.

Cuando la falta de disciplina era de mayor entidad se iba al tutor o al jefe de estudios. A veces se consultaba al director. Se determinaba la sanción que era tomada el mismo día o al día siguiente, que no pocas veces consistía en una expulsión por uno, dos o tres días del centro. Se solía hacer que los padres fueran al centro y se les explicaba el motivo de la sanción. El jefe de estudios llevaba el control de las expulsiones y cuando un alumno reincidía se podía expulsar al alumno más tiempo, si era necesario. Si el asunto era muy grave o el número de reincidencias era alto, se procedía a incoar un expediente que podía tener diversas consecuencias.

Los tres grandes errores de la LOGSE en cuanto a disciplina

Con la llegada de la LOGSE se produce el desmoronamiento de la autoridad del profesor. De toda o casi toda falta de disciplina se hace un castillo. Lo que en general antes era una cosa sencilla, se transforma en un expediente prácticamente judicial. Se hace un “parte” de la falta de disciplina. Mientras, el alumno sigue asistiendo a clase como si no pasara nada. Se nombra un “instructor” de esa falta de disciplina. Éste tiene que iniciar un proceso en el que tiene que escuchar al profesor afectado, a los padres o tutor y al alumno en presencia de su padre o tutor. En los últimos dos casos citándolos por escrito y respetando unos plazos mínimos. El instructor propone al Consejo Escolar la sanción con una exposición de motivos y es ése órgano el que tiene la última palabra. Todo esto en la práctica suponía en el mejor de los casos un mes.

Total que el interesado, si era sancionado, lo era al cabo de más de un mes. El alumno apenas relaciona la causa –la falta de disciplina– con el castigo. Durante todo este tiempo el profesor interesado y el alumno han seguido teniendo las clases y quedando impune lo que el alumno había realizado. Además el resto de los alumnos ven que efectivamente allí no pasa nada, y cuando pasa ya casi ni se acuerdan y mientras el profesor, y quizá toda la clase, aguantando mecha.

Es decir que se va difundiendo la idea –porque así es, de hecho–, de que no se confía en el profesor y se establece una especie de juicio, en el que el juez es el instructor (primer gran error). Así llegan los alumnos a la conclusión de que pueden hacer lo que les da la gana sin que de hecho pase nada. Y cuando pasa es al cabo de mucho tiempo –y más para los alumnos de estas edades–, con lo que apenas tiene efecto.

La inmediatez, o la proximidad del castigo respecto de la falta, es muy importante en los estudiantes a estas edades. Prescindir de este aspecto –la contigüidad del castigo con la falta– es quizá el mayor error de la LOGSE en lo que se refiere a la disciplina, que quita la autoridad del profesor (segundo gran error). Y llevará a que la clase llegue a ser un campo de batalla en el que en muchos casos hay profesores que dicen que de los cincuenta minutos de clase, a veces pueden aprovechar veinte para explicar y aún así con dificultades.

Otro hecho muy importante es que con la LOGSE el alumno no pierde el derecho a asistir a clase haga lo que haga (tercer gran error). El alumno tiene que cumplir unos mínimos –porque es sujeto de derechos y de deberes. Cuando el alumno piensa –como ocurre ahora en muchos centros– que él sólo tiene derechos y no tiene ningún deber, entonces el profesorado está perdido. Algún alumno llega a decir al profesor “¡Pobre de ti que me insultes, que te denuncio!”

Posibles remedios

En primer lugar: devolver la confianza a los profesores en todos los ámbitos de la disciplina, haciendo que los castigos sean el mismo día o al día siguiente hablando sencillamente con el jefe de estudios, y por tanto eliminando ese proceso judicial salvo en casos extremadamente graves en cuanto al hecho del alumno y de la fundada falta de confianza en el profesor a juicio de la Junta Directiva.

En segundo lugar: no dar nunca la impresión de que los alumnos no tienen más que derechos. El alumno en primer lugar tiene deberes que son los de asistir a clase con lo necesario para trabajar y estudiar. Y hacerlo de forma que rinda, aprenda y saque las mejores notas posibles para él. Por poner un ejemplo, si un alumno no lleva bolígrafo, ni libreta, ni los apuntes de los últimos días para estudiar, y cuado se explica no toma apuntes, ese alumno pierde el derecho a estar en clase por no cumplir estos requisitos. Y lo normal será echarle de clase.

En tercer lugar: cuidar todos los detalles de educación. Hacer que los alumnos traten al profesor de usted y le llamen diciendo señor con el apellido, o señorita o señora según el caso, evitar determinadas confianzas, y reñir toda falta de respeto. Hacer recoger los papeles del suelo, etc.

En cuarto lugar: no rehuir los castigos físicos como dar vueltas al patio, copiar lecciones, hacer una redacción sobre la forma que tiene que comportarse un alumno en clase, en la calle con la gente, etc. Echar de clase por unos minutos hasta que se calme.

En educación la confianza en el que educa es clave y la autoridad y el orden es imprescindible para que los alumnos puedan seguir las explicaciones del profesor
.
[Por favor, si lee un artículo, indique qué artículo ha leído, y qué calificación le da de cero a cinco. Si tiene alguna relación con la enseñanza indique cuál, por favor. Gracias. Enviar al e-mail carlesclavell@yahoo.es]

lunes, enero 22, 2007

El desafío de la educación (I): la LOGSE o no aceptar la verdad

El desafío de la educación (I): la LOGSE o no aceptar la verdad

No se aceptó que existen tendencias vocacionales: de ahí nacen varias causas del desastre actual en la educación.

Hace unos quince años se puso en práctica la LOGSE. Tomaba como uno de los grandes puntos de partida los principios de la “comprehensive school”. Según esos principios los alumnos tenían que cursar el mismo currículum hasta los dieciséis años, en que podían entrar en el mercado laboral.

De esta forma no se ponía en evidencia que había unos estudiantes más listos que otros –lo que parece una especie de tabú para ciertos sicólogos y pedagogos de ciertas tendencias–, y no se producía un agravio a los que eran menos inteligentes. Hasta tal punto esto se consideraba así que al ponerse en marcha la LOGSE, la por entonces consellera d’Educació de Cataluña, dijo que separar a los estudiantes a los catorce años era una “perversidad” (sic). Al parecer ya no lo era hacerlo dos años más tarde, a los dieciséis.

Antes de la implantación de la LOGSE, los alumnos que se veía claramente, en 7º y 8º de EGB de aquel entonces, que iban mal en los estudios pasaban a hacer formación profesional. Desgraciadamente la formación profesional, aunque algo más práctica, seguía siendo demasiado teórica, y su índice de fracaso era más alto de lo esperado.

Con la implantación de la LOGSE todos esos alumnos que hacían 7º y 8º de EGB pasaron a hacer 1º y 2º de ESO. Y es ahora en estos cursos –1º y 2º de ESO–, en los que se aprecia, que para ciertos alumnos, lo suyo no es el estudio. Incluso ellos mismos se dan cuenta de que no les interesa, y que preferirían algo más práctico y concreto –menos abstracto–. Quizá se puede decir que los alumnos en esta situación son del orden del 25 ó 30% del total.

Una de las grandes causas del fracaso de la ESO –hay más y las veremos en otros artículos–, está en que esos chicos, que antes pasaban a formación profesional, siguen ahora con los demás alumnos en 3º y 4º de ESO. Y entonces, no sólo no tienen interés, sino que algunos de ellos presentan rechazo al estudio y boicotean consciente o inconscientemente la actividad de la clase de muy distintas maneras –preguntas improcedentes, comentarios que interrumpen la explicación, bolas de papel que tiran a compañeros, y un largo etc. Esto da lugar principalmente a que:

1. O no se pueda explicar, o muy poco;

2. que los alumnos que tienen interés vean que aquello es un guirigay y que no vale la pena la clase;

3. los alumnos no tengan ningún interés en estudiar la asignatura o en hacer los ejercicios o las dos cosas, con lo que los resultados de los exámenes son extraordinariamente bajos;

4. produce un elevado nivel de frustración en el profesor que ve que lo que está haciendo no sirve para nada o para muy poco.


El resultado –en los profesores–, de la constante lucha por mantener un mínimo de disciplina en clase, de ese elevado nivel de frustración, y del cansancio psíquico que produce esta situación, es un alto porcentaje de profesores en estado de estrés, que en no pocos casos conduce a la depresión.


El error fundamental de la LOGSE

Es haber seguido el principio de la “comprehensive school” –que ya un ex-ministro de Educación de Inglaterra dijo que había sido un error. Porque con este principìo y por tanto con la LOGSE, "no se acepta la verdad” de que existen unas tendencias vocacionales de las personas –estudiantes o no–, que están relacionadas con las capacidades –intelectuales o no–, de las personas.


Querer disimular las diferencias de capacidad y vocacionales para que los estudiantes no se frustren –como aducen “pedagogos y psicólogos modernos” que se autocalifican como “progresistas”–, ha creado los males que ahora tenemos y que vamos a tardar bastantes años en erradicar.

Y vamos a tardar muchos más años si los políticos siguen usando la educación como moneda de cambio o continúan considerando este proceder –que es erróneo en su misma raíz porque somos distintos–, como lo “políticamente correcto”.


Posibles remedios

Hacer varios curricula teniendo en cuenta las diferencias de capacidad y vocacionales. Y eso sin ningún miedo que se pueda pensar –porque lo pensarán igual–, que uno es para los listos y otros más adecuados a personas menos inteligentes. Y esto no es discriminación en el sentido peyorativo del término, sino adecuación de los medios a la capacidad y vocación de las personas.

.

[Por favor, si lee un artículo, indique qué artículo ha leído, y qué calificación le da de cero a cinco. Si tiene alguna relación con la enseñanza indique cuál, por favor. Gracias. Enviar al e-mail carlesclavell@yahoo.es]