viernes, octubre 29, 2010

Mi hijo obedece pero protesta

Como la mayoría de las cosas, se puede corregir dando donde duele un poco

Bueno, si le obedece, la verdad es que ya está bien, aunque depende de las veces que haya que decírselo. En mi opinión núnca más de tres veces: la primera, con una insinuación; la segunda, sencillamente diciéndolo; la tercera, dejando claro que hay que hacerlo. Si a la tercera no obedece creo que es bueno lo que escribí en “¿Por qué mi hijo no me obedece?” que está en mi blog:

http://educacionhijos.blogspot.com/2006/04/por-qu-mi-hijo-no-me-obedece.html

Y también está en mi página de facebook:

http://www.facebook.com/notes/educacion-de-los-hijos/por-que-mi-hijo-no-me-obedece/165564826793978

Pero efectivamente obedecer protestando hay que corregirlo y creo que se puede conseguir. Como siempre en educación, es importante mantener la calma y demostrar que uno se queda fresco como una rosa, pero que aplica los remedios de forma implacable y se sigue quedando como si no pasara nada. Sobre todo cuando se castiga –por ejemplo, a la cama sin cenar– no hay que demostrar, ni de lejos, que a uno –especialmente a una, mamà– le pueda doler más que al interesado. De todas maneras este es un ejemplo, que raramente serà proporcionado para una protesta. Hay que procurar que los medios que sean proporcionados a la falta.

A mi me parece que si obedece protestando, hay que comentarle que no tiene mucho mérito obedecer si acaba protestando. O que no se acaba de dar cuenta de que aquello que se manda es bueno para él o para los demás. Pero si se ve que es algo que se repite, no hay que esperar a que se convierta en un hábito. Si lo hace, no se le da algo que es normal darle en la primera ocasión que se presenta, por ejemplo el postre. Y así preguntará que ¿por qué yo no tengo postre? Y se le contesta por ejemplo: “Algo habrás hecho”. Si no lo descubre, es bueno usar el sistema de siempre: darle alguna pista. Si aún así tampoco, darle alguna más próxima al hecho. Y así aprende que no hace otra cosa que dar patadas contra el aguijón y que el que en definitiva acaba perdiendo es él o ella.

Si se sabe hacer con suavidad, sin perder la calma y con sentido de la proporción es prácticamente infalible.

De todas maneras es bueno hacerle ver, de vez en cuando, que una persona que protesta, y no digamos si es un gruñón o un cascarrabias, es una persona que se hace desagradable a los demás.

En la puerta de una escuela de artillería ponía “facta, non verba”,que es una expresión latina que se traduce por “hechos, no palabras”. A veces, al educar, pensamos que las palabras son lo más importante, cuando lo más importante son los hechos, especialmente el buen ejemplo de sus padres y educadores.